Después de pensarlo muchas veces durante todos estos días, no he conseguido definir un plan mejor para empezar la semana que ver a Frank Turner en concierto. Llegaba yo a la mítica Sala Arena de Madrid con muchas ganas de verle. Ya lo había hecho con él en solitario pero nunca con su banda, The Sleeping Souls, así que mis sensaciones eran entre una mezcla de ganas y expectación. Y eso que ya sabia de antemano que sus conciertos eran divertidos, pero no me imaginaba la magnitud que me encontraría aquella noche.
Para empezar, Ducking Punches, nombre bajo el que se presenta el proyecto personal del británico Dan Allen. Un gran descubrimiento de folk punk acústico, cuyas pretensiones pasan por disfrutar cada momento. Madrid miraba y escuchaba con sorpresa, respetando los silencios en los que Dan hablaba sobre su experiencia en la carretera y en la música en general. Cuarenta minutos en los que conquistó a Madrid repasando sus canciones más emotivas, arrancando aplausos y siendo la perfecta introducción para Frank Turner.
Porque cuando tengo que pensar en cómo es Frank, lo hago describiendo a una persona alegre, involucrada y enérgica capaz de transmitir un buen rollo capaz de quedarse contigo hasta unos días después de terminar el concierto. De ahí que al principio haya citado que no encontré mejor forma de empezar la semana.
Frank, Paco para sus amigos españoles (ya me entendéis), se esfuerza por hablar en español, canta una canción popular, no para quieto, e involucra al publico en todo momento. Vamos, lo que es y debería de ser un concierto. Sin pausa ni respiro en todo momento. Un repertorio de 25 canciones que fueron surgiendo como una brisa de aire en un día soleado, de la que disfrutas cada segundo.
Refrescante y sin embargo, tan familiar y cotidiano, hasta el punto de que la gran mayoría del publico tuvo en todo momento las manos en alto dando palmas, llegando a hacer mosh y crowdsurfing, algo jamás visto en un concierto de “folk”. No hubo ningún momento en el que Frank tuviera que cantar sólo, siempre tenía al público entregado, desde la apertura de “Get Better” hasta el cierre de las populares “I Still Believe” y “Four Simple Words“. Nadie perdió el ritmo esa noche, y otros muchos lo encontraron cuando Joselito de La Maravillosa Orquesta del Alcohol hizo su aparición para volar de lado a lado de la sala.
Dije “folk” hace algunas frases pero no es realmente lo que el público espera de Frank. Ahí es dónde reside la energía comunal de la gente, la naturaleza estridente del punk rock y el espíritu edificante del pop como adictivo. Hasta el punto de que sientes que estás en familia, y yo, sinceramente, no me lo esperaba para nada.
Entré como siempre suelo entrar a un concierto, dispuesto a estar un par de canciones en primera fila haciendo fotos. Una chica con una camiseta de Frank me preguntó si iba a estar mucho tiempo, y siendo sincero, es complicado tener la sensación de que estás bloqueando la vista a alguien que ha estado esperando por el concierto. Pero todo cambió en “I Am Disappeared“, yo ya tenía la cámara guardada y estaba disfrutando como un enano cuando ella y sus amigos me agarraron para cantar y disfrutar todavía más de un concierto que estaba siendo épico.
Y si, hay muchas letras de Frank que lo que ensalzan precisamente es esa actitud de disfrutar y ser feliz, “Positive Songs for Negative People” lo llaman. “So come on now if we all pull together/ We can lift up the weight of the world from your shoulders” de “Glorious You“, “It doesn’t matter where you come from/It matters where you go” de “Peggy Sang the Blues” o “Get up and get down and get outside” de “Reasons Not to Be an Idiot“. Frank conecta con sus fans en todos los sentidos de una manera personal y grande, dejando la sensación de que no podrías estar en un lugar mejor. Y en esas estamos, así que por favor, un concierto así, al menos un lunes al mes.
