Ya en 2012, Jesse Lacey admitía que “The Devil and God…” les había salvado como banda. Y no es para menos, porque es uno de los mejores discos de todos los tiempos.
Han sido muchas las idas y venidas del grupo en los últimos años, pero no se puede negar la importancia de este disco en toda su carrera y cómo en más de una ocasión ha servido de salvavidas para el grupo. Desde 2006, más de una década después, aún no hemos visto nada igual.
Siguiendo el éxito de su segundo trabajo (“Deja Entendu“), el grupo desapareció durante dieciocho meses para reconectar con sus vidas personales. Volvieron del anonimato con un disco listo para retomar su regreso, pero decidieron desecharlo allá por el otoño de 2005 y entonces “The Devil And God” tomó forma. Se acabó la poesía positiva de antaño y, en su lugar, crearon una crisis épica en doce partes. Ensangrentado, con heridas y moratones, TDAG aborda exactamente lo que dice en su título. El disco cuestiona al bien y al mal y mira a la creencia, la pérdida y el arrepentimiento con honrosa agonía y detalles microscópicos.
Desde el principio con “Sowing Season“, Brand New se alejan de las expectativas de las relaciones a medida que se concentran en sí mismos para preservar lo poco que les queda. Esto supone un fuerte contraste con su imagen anterior, casi obsesionados en conservar sus lazos con los demás pero a medida que llegan las primeras afirmaciones de “Millstone“, la banda lo deja claro: “I used to care/ I was being cared for/ Made sure I showed it to those that I love“.
Así parecen romper con el mundo, pero nunca se rompen todos los enlaces. Las oscuras y solitarias espirales dejan ver rayos de luz. “Jesus” podría interpretarse como un sentimiento de culpabilidad hacia uno mismo por pecar o comportarse como no es debido, pero con un trasfondo pacífico. Cada canción tiene en sí su propio matiz. “The Archer´s Bows Have Broken” genera optimismo, como la rabia de una pareja joven luchando contra quien intenta interponerse entre ellos.
En su mayor parte, sin embargo, TDAG se centra en los oscuros recovecos del alma. Es una paradoja en sí misma sobre “la creencia de la no creencia“. Brand New hacen preguntas que sólo nosotros mismos somos capaces de responder, con la suficiente humanidad de hacernos sentir bien en su búsqueda. “Deja” pudo ayudar a crear un género, pero “TDAG” hace lo mismo con la vida de las personas.
Mientras que las letras pueden centrarse en la vida y la muerte, musicalmente el grupo creó un paisaje de fuego, rabia y belleza, a veces tranquilo y a veces a punto de explotar (literalmente durante “Limousine“). Ataca desde todos los ángulos.
Tampoco hay que aislarse para disfrutarlo. “You Won’t Know” y “Not The Sun” serían las canciones con las que todos buscaríamos una mano amiga escuchándolas en directo. “Jesus” es la canción que todo el que tenga una guitarra acústica debería versionar y lo mismo pasa con “Limousine“, dedicada a la trágica muerte de Katie Flynn, de siete años.
Hay veces que la banda no necesita palabras para canalizar la emoción. En “Untitled” y “Welcome to Bangkok” apenas dicen nada, pero hacen explotar igual. Incluso la misma portada, “Untitled 44” de Nicolas Prior, influenciado por los escritos de Freud sobre la imposibilidad del adulto de volver la vista atrás hacia su niñez, te lanza por un camino con muchas preguntas y pocas respuestas.
Este disco asentó a Brand New como la banda que son hoy en día. Antes de él, eran parte de un pack. Podían ser peces grandes, pero compartían el estanque. Es una de las cosas que cambiaron a partir de aquí. Se acabó el seguir las reglas. Teorías de los fans sobre el orden de ejecución y el significado, las instrucciones del libreto sobre enviar un dólar a una dirección y letras desconocidas (hola “Degausser“), este disco permite a Brand New a jugar con capas por primera vez y es un juego que hasta día de hoy siguen disfrutando. Las travesuras a las que nos tienen acostumbrados, empezaron aquí.
Es una metáfora. Es una imagen, la del grupo en el borde de un precipicio, desgarrándose para encontrar algo a lo que aferrarse. En la oscuridad, encontraron una luz que, diez años después, sigue brillando.