La verdad es que cuesta encontrar las palabras para empezar a hablar sobre un disco como éste. Con los norteamericanos Caspian está más que claro que sobran las presentaciones, a nada que te interese un mínimo el rock instrumental, es muy probable que hayas oído hablar de ellos. De la denominada “Third Wave” del Post Rock, ellos son una de las formaciones más relevantes y que más han conseguido en este mundillo.
Y todo a base de girar sin parar y crear referencias dignas de un hipotético Hall of Fame de lo instrumental. En un género, (como todos prácticamente a día de hoy) donde se hace difícil destacar por tu originalidad, Caspian han sabido desarrollar un sonido que, a nada que escuches 5 segundos de cualquiera de sus cortes, ya reconoces el autor.
Tras un parón de 3 años, probablemente de los más duros de su carrera, marcados por la repentina muerte de su bajista Chris Friedrich en Agosto de 2013, han vuelto a la actividad discográfica con este “Dust and Disquiet” donde continúan reivindicando su condición de mesías del género. En este período, les ha dado tiempo a recorrerse el mundo en numerosas ocasiones, e incluso publicar un EP con remixes y un par de novedades “Hymn for the Greatest Generation” (Triple Crown Records, 2013).
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En su anterior referencia larga “Waking Season“ de 2012, introdujeron varios elementos novedosos a sus sonidos. Empezaron a coquetear con la electrónica y la utilización de sintetizadores. El experimento fue todo un éxito y parece que convenció en su mayoría a su comunidad de seguidores, quienes muchas veces no ven con buenos ojos la renovación sonora de sus admirados músicos. Para este “Dust and Disquiet“ han vuelto a retomar el sonido de sus primeras referencias, si que han incluido alguna novedad como partes vocales y cortes acústicos, pero en global es un trabajo de Post Rock enérgico, lleno de crescendos y finales orgásmicos.
Un disco que se inicia de manera sutil y ordenada con la nostálgica “Separation No.2”, un trío de guitarras conjuntas tocando suavemente mientras se le van sumando elementos de viento en segundo plano, sin llegar a destacar nada por encima del resto. Tras ella, llega “Rioseco” con el sello Caspian marcado a fuego. Un crecimiento pausado en la intensidad del corte como ellos bien saben hacer y unas baterías más que características.
Con estos 10 minutos introductorios, tu cuerpo ya está preparado para seguir adelante con el disco y digerir la majestuosa “Arcs of Command”, personalmente el corte más destacable del disco. Un riff loopeado sencillo lanzado por sintetizador al que se le unen ordenadamente las guitarras y te mantienen en tensión más de dos minutos en los que esperas de manera ansiosa la explosión que, por supuesto, termina por llegar. Ritmo de cabeceo, pesadez y guitarras rápidas, y así hasta el final del corte. 9 minutos brillantes, donde el sexteto muestra todo lo que puede ofrecer y te deja con la boca abierta.
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Agotados en el buen sentido por la intensidad del anterior corte, “Echo and Abyss” tiene que iniciarse de forma tranquila para darnos un pequeño respiro. Aunque no por mucho tiempo, ya que no tardan en aparecer los Caspian de sus primeras referencias, pero en esta ocasión metiendo voces que nos recuerdan a sus colegas Constants o Junius, en un ejercicio experimental que termina siendo sobresaliente. A medio camino, toca el reposo. Y aquí es donde nos encontramos otra de las sorpresas de este “Dust and Disquiet”. “Run Dry” es un precioso tema acústico, un capricho que pueden llegar a permitirse, y la verdad es que no descoloca. Como tampoco lo hace el místico interludio de “Equal Night” que nos ofrece la mano para llevarnos a la segunda cara del disco.
“Sad Heart of Mine” fue la primera toma de contacto del disco, el adelanto con el que anunciaban nuevo trabajo y que nos daba tan buenas sensaciones. De nuevo, me vienen a la cabeza los cortes de sus primeras referencias, aquellas en las que unos chicos de Massachussets buscaban hacerse un hueco entre los grandes del género e iniciaban un viaje apasionante por la autovía de lo instrumental.
Algo distinto a lo que ofrece “Darkfield”, quizá uno de los cortes descartados para “Waking Season“, o al menos una de las canciones compuestas bajo las mismas premisas que ese disco de 2012. Una especie de batukada abre el corte con tintes oscuros, marcados golpes de bajo y mucho juego con efectos de guitarra. Es otro de los temas estrella del redondo, aunque lo más destacable no se encuentre más que en los últimos minutos del corte.
Vuelta a las acústicas con “Aeternum Vale”, que hace las funciones de introducción al maravilloso punto y final del disco que supone la propia “Dust and Disquiet”. Hacía tiempo que no escuchaba un tema encargado de cerrar un trabajo, tan maravilloso como este. Más de 11 minutos de viaje épico, de los que te ponen los pelos de punta. Otro de esos cortes que tarda en ganar intensidad, pero esa pasividad forma parte de la esencia. Presenta un esquema de subida/bajada/subida que acaba en el mayor crescendo del CD. Una melodía que te llega al corazón, una despedida en forma de música como pocos saben hacer. Si consigues meterte de lleno en la canción, cuesta mantener la lagrimilla.
Y si tenías alguna duda sobre la calidad de este disco, te las quita de inmediato. Un final de sobresaliente, para un disco extraordinario. Cuando parecía que Caspian habían llegado a lo más alto del género, editan “Dust and Disquiet“ y te das cuenta de que el género no está muerto, y aún quedan muchos pasajes que descubrir.