Los bilbaínos Señores editaban hace unas semanas su esperadísimo segundo larga distancia, “La Luz”.
Tras el éxito generado con su “Curso Práctico de Autoestima”, un recital de canciones de indie 90tero, se echaron la mochila a la espalda y empezaron a girar por toda la Península. De estos periplos, surgieron inspiración y canciones. Algunas de ellas, reflejadas en su EP “Verbena en la Plaza del Pueblo” que nos pareció de lo más interesante del pasado 2015 y que sirvió para saciarnos la sed de creaciones de Asier Goikoetxea y compañía.
Una enigmática intro que roba el título al propio disco sirve de pistoletazo de salida. Con guía melódica que poco tiene que ver con la enérgica “Estrella de la Muerte” que la sucede. Muchísimo guitarreo sin complicaciones pero con las ideas claras. Tan claras como la reivindicativa letra de “Democracia Enferma”, de ritmo más calmado pero melodías pegadizas. Uno de esos hits que marcan época y dejan huella sonora en una banda.
La marcha sigue con la rápida “El Pincel” y se detiene momentáneamente con “Margaritas”. Un precioso medio tiempo que va ganando en intensidad a medida que avanza el corte y aterriza en la que probablemente sea nuestra favorita, “Corporarturo Avaricio”. Otro de esos hits que debería estar sonando en todos los festivales nacionales el próximo verano y ser coreado por la gran mayoría de los asistentes.
Señores han conseguido, bajo la humilde opinión de un servidor, desmarcarse de los clichés y copia-pegas de tantas y tantas bandas del indie nacional de los últimos años. Lo mismo les da por experimentar y firmar canciones como “Cabezas sin Peinar” o “Los Modelos”, que decantarse por otras más simples pero igualmente efectivas como “Dios Enamorado”.
Y sin darte cuenta, ya has dejado atrás 9 cortes y la aguja empieza a marcar el final del redondo. Para apagar la luz el cuarteto tenía guardado un as en la manga. Una canción de despedida, perfectamente planteada para cerrar grandes noches de concierto o defender la difícil tarea de dejarte con la mejor de las sensaciones en los oídos al acabar un disco. “Masa Madre” reúne todos los requisitos que hacen de un tema algo mágico y que hace que tengas que volver a pincharte el disco desde el principio. Y así sin parar.