Con una energía desmesurada, increíble y contagiosa. Así salió Deryck Whibley Center, renombrado escenario del Palacio de los Deportes de Madrid. Dispuesto a recordar mejores tiempos, los del fantástico “Does This Look Infected?” y “Chuck” entre otros.
Cinco años, los mismos que han pasado desde “Screaming Bloody Murder” a “13 Voices“, son los que han tardado los canadienses en volver a la capital para dar muestra de que todo se puede superar, desde la enfermedad de Deryck hasta la pasión que transmiten, y por la que son hoy en día una de las bandas más representativas del pop punk de los noventa.
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Arrancaron con un breve pulso a “13 Voices“. Sonó de primeras “Fake My Own Death” y “The Hell Song” buscando la complicidad de un publico que ya desde primera hora se agolpaba en las primeras filas esperando el susceptible pogo que no tarda en formarse cada vez con más intensidad a medida que entrábamos de lleno en las casi dos horas que nos tenían preparadas.
Una autentica reivindicación en la que Deryck se metió en el papel de protagonista. Por un lado demostrando un estado de forma sensacional, y por otro, enseñando a todos los presentes cómo tiene que ser un líder. Agradecido, cercano, inquieto, y con carisma. Ya con los problemas con el alcohol superados, Deryck es una persona nueva y eso, lógicamente, se nota. Desde en los momentos más calmados como “With Me” tocando entre el publico, hasta en “Pieces“, y su perfecta unión con todo la pista.
La unión público/grupo era total, y eso que aún faltaban los grandes hits, “Still Waiting“, “In Too Deep“, e incluso una versión punk de Queen, la clásica “We Will Rock You” antes del típico parón. Al final, Madrid se volvió a calzar las converse para dar zapatilla al ritmo de “Welcome To Hell” y “Fat Lip“, recordando por qué el punk es uno de los pocos estilos capaz de juntar a un publico de tantas generaciones.