Si hay un grupo cuya trayectoria en los últimos años ha sido brillante, esos son Viva Belgrado. Sin una super producción publicitaria detrás sino más bien todo lo contrario, una filosofía DIY con el único objetivo de tocar, sin hacer demasiado ruido mediático, y que sea tu música la que hable por ti.
Así han saltado de la promesa con su primer EP hasta la confirmación con su primer largo, “Flores, Carne” y el ascenso definitivo con “Ulises“, uno de los discos nacionales que más expectación ha generado en los últimos años, trascendiendo el segmento hardcore gritón a un panorama más alternativo y rockero.
Ante esto, y después de varios recitales en diversas salas de la capital (Costello y Wurlitzer Ballroom), Moby Dick se preveía como una prueba más en la trayectoria de una banda cuyos limites no están ni mucho menos fijados, sino todo lo contrario. Respondió el publico madrileño y agotó entradas, preparándose para el recital intenso, agresivo y poético al que Viva Belgrado nos tienen acostumbrados. En el repertorio, una mezcla de sus dos trabajos que guarda momentos memorables como los de “Pleiades/Pasaportes” y “De Carne y Flor” como enérgicos y liberadores himnos.
No falta el lado emotivo con “Osario” y “Por La Mañana, Temprano“, de pasajes más post-rockeros, para recargar energía entre combos de canciones diseñadas para que el publico se rinda con fuerza a la catarsis del peculiar cuarteto. No faltan los gritos de Cándido alejado del micro, o Ángel, un bajista que solo da la cara al publico al final del concierto, cuando el éxtasis ha hecho estallar más de una emoción.
Para abrir tuvimos a Ordesa, un duo acústico a medio camino entre Salamanca y Toledo, y a los locales Wild Animals, de un corte más grungero y punk lleno de rabia y energía rítmica. Fue en ambos casos un acompañamiento curioso, diferente en cuanto a estilo pero que hizo que la noche cogiera impulso desde primera hora.